El investigador de ICITECH insta a tomar medidas estructurales y no estructurales ante los daños provocados por la dana en Valencia. «Este es un problema complejo en el que no existe un solo culpable», afirma.
«Cada catástrofe es distinta», advierte Víctor Yepes, investigador del ICITECH y experto en Ingeniería de la Construcción. La catástrofe de la riada a causa de la DANA en Valencia le ha llevado a centrarse por completo «en un problema complejo que requiere una solución integral» e inversión en infraestructuras resilientes, «lo que, en este ámbito, significa capacidad rápida de recuperación». Una recuperación que no consistiría en volver a la situación previa al desastre, sino a otra mejor.
Fotografía: Víctor Yepes
—¿En qué se materializa esa gestión integral a la que apela?
—En medidas estructurales y medidas no estructurales. En estructurales, hay que reducir la magnitud de la crecida y proteger las áreas más vulnerables. Hay que reducir el caudal punta, y esto se consigue con presas de laminación, zonas de almacenamiento controladas, cauces de emergencia, tanques de tormenta, entre otras soluciones.
—¿Se aplican ya esas medidas?
—En la zona, había medidas previstas y no se pusieron en marcha. El problema se conoce bien por los técnicos que trabajan en las Administraciones y en la Universidad.
—¿Hay un abismo entre el conocimiento de los riesgos y la gestión a la hora de enfrentarse a ellos?
—Es un problema complejo en el que no existe un solo culpable. Los riesgos se conocen bien y existen medidas previstas desde hace años, como la presa de Cheste, no construida, micropresas, corredores verdes… También existe un plan, el Patricova, que cartografía las zonas más vulnerables a las inundaciones. Y existen medidas no estructurales, como los sistemas de alerta, la cartografía de riesgo, planes de protección de la población, etcétera.
—Y cuando no se toman a tiempo las medidas preventivas…
—Una vez ocurrido un evento de esta magnitud, se deben tomar medidas paliativas. Tras atender a las personas afectadas, hay que recuperar infraestructuras críticas como carreteras, ferrocarriles, red eléctrica o el agua potable. Es necesario para ello la retirada, lo antes posible, de los escombros y el despeje de las vías.
—¿Cuáles son las prioridades?
—Lo primero, las personas. En segundo lugar, despejar las vías para que los servicios de emergencia puedan acceder y, en tercer lugar, drenar las zonas inundadas. ¿Medidas paliativas? Desplegar la ayuda humanitaria y el apoyo económico. Por último, reparar las infraestructuras críticas: de comunicación, electricidad, agua potable y alcantarillado.
El desastre anunciado del barranco del Poyo: «Hay factores de riesgo claves, se podría haber minimizado la catástrofe humana»
Fotografía: Víctor Yepes
—¿Por qué este desastre en una zona tan habituada a la gota fría?
—Para que suceda un evento como este deben coincidir varios factores. Tiene que haber mar caliente, un sistema montañoso cerca de la costa y la borrasca tiene que darse en el sitio más inapropiado. Si se dan estos factores y, por último, los vientos cargados de humedad chocaran con la orografía, se crearían las condiciones para que se produjera un tren de tormentas.
—¿Ocurre a menudo?
—Toda la zona de Valencia está formada por aportes fluviales de inundaciones ocurridas en épocas geológicas, no es algo que ocurra solo ahora. Pero cuando aumenta la temperatura del mar, la probabilidad de riesgo aumenta. Lo que ocurre es que para el cálculo del caudal para un período de retorno, que sería el tiempo probable medio que debe transcurrir para que ocurra este tipo de fenómenos, se calculan con datos históricos. Es necesario actualizar esa información. Antes de que ocurriera este episodio extraordinario, el escenario ya se conocía. Las medidas preventivas y correctivas estaban encima de la mesa.
—¿O guardadas en un cajón?
—El estudio y las soluciones son conocidas, pero hay que tomar decisiones y priorizar las inversiones. Los recursos son limitados.
—¿Respeta el modelo territorial la vulnerabilidad de la orografía en la zona afectada?
—A pesar de que existe el Patricova, un volumen importante de población vive en zona de riesgo. Se necesitan medidas para mitigar los riesgos. Si hay que reconstruir viviendas o construir vivienda nueva, sería poco inteligente hacerlo en zonas del alto riesgo de inundación. No se trata ahora de desplazar a la población del territorio, pero sí de aplicar las medidas de protección ya previstas.
—¿Un ejemplo de obra?
—Una obra como el nuevo cauce del Turia ha evitado que Valencia capital se inundara. En esta catástrofe, el problema ha sido la rapidez de la crecida en el barranco del Poyo, como si hubiera sido un tsunami procedente del interior, con subidas de nivel en cuestión de minutos. El riesgo cero no existe, pero lo inteligente es solucionar el problema mediante una gestión integral.
—¿Qué obra hidráulica debería hacerse?, ¿es muy costosa?
—En las obras de encauzamiento, hay que conseguir que el caudal máximo de avenida no sobrepase determinada cota. La ingeniería tiene este problema estudiado. Y es evidente que los costes en prevención son más bajos que los de corrección del problema.
—¿Son conocidos los planes de emergencia por la población?
—Las autoridades deben hacerlos públicos. Los planes y protocolos están disponibles, pero si las decisiones se toman tarde y mal, ¡no se estará actuando según el plan de emergencia! Lo importante es que, en el momento en que la gente necesita la información, la tenga. Lo que no podemos hacer en ningún caso es derivar la carga de algo así a las personas individuales.
-A. Abelenda